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Fórmula 1

¡Jodido alonsismo!
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¡Jodido alonsismo!

Una reflexión sobre los fanatismos

Por Colaboradores
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infomotorpointcom/4/4/15
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Pongamos los puntos sobre las íes: el alonsismo atufa, cansa, aburre a un rebaño de ovejas, no por lo que significa como una de las muchas corrientes de la afición al automovilismo en España, sino porque lleva años siendo la excusa preferida de los que no saben hablar de Fórmula 1 sin referirse al asturiano.

Mis estudios de comunicación quedan bastante lejos, pero no tanto como para que no me entren ganas de levantarme el kilt frente al gilipuertas de turno cada vez que leo o escucho que la figura de Alonso vende como ninguna, como si los seguidores del Nano necesitasen una dosis diaria de cositas sobre su héroe so pena de sufrir mono por abstinencia y acceso de fiebres, temblequera, convulsiones y babeo descontrolado a través de la comisura de sus labios.

No, objetivamente no existe ninguna obligación de hablar de Alonso, ni bien ni mal.

El alonsismo vive tranquilo sin necesidad de que se levanten bulos alrededor de la figura del ovetense, se alarme al personal sobre su futuro o se baile una sardana mientras se canturrea «¡éste año tampoco!».

La necesidad, si es que existe, se la han autoimpuesto la prensa y los creadores de contenidos porque saben perfectamente que escribiendo unas pocas líneas sobre nuestro bicampeón del mundo el botín de clicks aumenta exponencialmente. Luego viene cuando la matan, porque imposible de discriminar quién bebe de la información por puro morbo, con intención de usarla para meter el dedo en el ojo al vecino o por vaya usted a saber qué otra intención incalificable o no, se vende todo como alonsismo y nos vamos a la cama tan tranquilos.

Comentaba no hace mucho que el interés por la Fórmula 1 en Holanda se ha disparado a partir de la aparición en el paddock de Max Verstappen y de vez en cuando hablamos de lo mucho que están haciendo la prensa y los medios británicos para que olvidemos rápido que a Lewis lo batió en pista, durante 2016, un tal Nico Rosberg. A mí todo esto me parece natural. Todo el mundo barre para su casa, y repito: es lo normal.

Otra cosa es la estigmatización que está sufriendo el término alonsismo en nuestro bendito país, hasta el punto de que a veces parece que todos tenemos un alonsista a la vuelta del portal que nos persigue por la calle susurrándonos constantemente que Alonso es el mejor piloto del mundo y que no caben discusiones...

Mi madre es de Hamilton, si se puede decir así. Mi propio hijo no es de ningún piloto porque le gusta más la parte técnica de la F1. Perdi, Manolo, Xavi, Iker, Pablo, gente con la que hablo diariamente de este deporte mientras tomo café, son seguidores de Lewis, de Kimi o de Sebastian... Es mentira que el alonsismo sea tan nocivo que obliga a los buenos periodistas a abusar de él con el fin de asegurarse las alubias.

Cuando alguien me dice que tal o cual año se apenó viendo cómo Montmeló se vaciaba cuando abandonó Alonso, le recuerdo que esas gradas ya estaban vacías antes, y que si hay que apenarse de algo, es de que la prensa y los medios todavía no se hayan enterado de que España tiene una de las aficiones al motor más sólidas del viejo continente y que, gracias al jodido alonsismo, hay ahora más seguidores de otros pilotos y de otras escuderías diferentes a aquellas donde milita nuestro compatriota, que los que había hace una década.

Pienso que es cuestión de currárselo un poco y de comprobar sobre el terreno, que si vertemos idéntica cantidad de mierda y de incógnitas sobre Hamilton o Vettel que las que le están cayendo encima a Fernando, a lo peor descubrimos que España, lejos de ser eminentemente alonsista, nos resulta profundamente hamiltonista o vetteliana...

Texto: José Tellaetxe Isusi (Orroe)

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