La brecha de precios, aunque de unos céntimos por litro, supone una gran diferencia a la hora de pagar la factura en la gasolinera este verano. Para llenar un depósito de 50 litros, si el automóvil es de gasolina (1,30 euros el litro) se necesitan 65 euros. Si el coche consume diésel (1,13 euros por litro), 56,5 euros. Es decir, 8,5 euros de diferencia por repostaje.
La curva de precios que separa ambos combustibles, año tras año, se cierra en invierno y se abre en verano. Pero este año se ha abierto al máximo. ¿Por qué? Según explica la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) es una consecuencia de la evolución de los mercados internacionales. La gasolina y el diésel son productos refinados del petróleo, que también cotizan en Bolsas de materias primas. La oferta y la demanda influyen en su cotización. Este verano la demanda de la gasolina ha subido con más fuerza que la del diésel.
La mayoría del parque automovilístico español usa gasolina diésel. Este combustible suele ser más barato, entre otras cosas, porque soporta menos impuestos. Además, es el combustible que compran los transportistas, y que tradicionalmente se vinculaba a motores de menor consumo. El uso mayoritario del diésel ha sido una tendencia europea, ya que durante años los Gobiernos apoyaron más este tipo de motores, aunque ahora, ante la evidencia de su mayor contaminación, comienzan a ponerle trabas.