Tras casi 14 años sin renovarse, el máximo referente de lujo a nivel mundial estrena una nueva versión que incluye las últimas novedades tecnológicas sin renunciar al lujo clásico
Se acaba de presentar el nuevo Rolls-Royce Phantom, la octava generación del señorial modelo que llega para pulir todos los elementos que lo han caracterizado durante sus 92 años de vida: lujo, confort y tecnología, sin olvidar un motor potente que esté a la altura del conjunto.
Aunque a primera vista los cambios puedan parecer mínimos respecto al anterior Phantom, se trata de un modelo completamente nuevo, más ligero, más tecnológico y con ciertas soluciones jamás vistas hasta la fecha en un coche de la marca británica del Grupo BMW.
En el frontal la parrilla típica de Rolls-Royce se integra por primera vez en la carrocería los grupos ópticos, cuyos haces dan una visibilidad de hasta 600 metros, se estilizan y la mítica efigie del Espíritu del Éxtasis aparece más erguida. En el lateral, se introducen unas líneas a la altura de los tornillos de las ruedas de 22" para darle dinamismo.
Sin olvidarnos del grueso Pilar C que sirve para preservar la intimidad de los pasajeros que viajan detrás. Rolls-Royce no ha dado todavía las medidas exactas del vehículo. Sí ha confirmado que la versión extendida o de batalla larga (Long Wheel Base, en inglés) es 22 centímetros más larga.
Por otra parte, es destacable que el nuevo Phantom no comparte plataforma con ningún otro coche del segmento, sino que se trata de una íntegramente desarrollada para este modelo compuesta de aluminio que a parte de aumentar su rigidez torsional un 30% reduce el peso del conjunto considerablemente.
Respecto al motor, equipa un nuevo V12 biturbo de 6.75 litros que entrega 570 CV y 900 Nm de par máximo asociado a una caja automática de 8 velocidades, un considerable salto de potencia con respecto al modelo precedente.
El nuevo sistema de suspensión activa del Phantom cuenta con una cámara delantera que escanea el asfalto que el coche va a pisar y el sistema realiza millones de cálculos por segundo para preparar los amortiguadores para el nivel de dureza y de respuesta necesaria en función de la lectura de la cámara frontal, el giro del volante y el acelerador.
En el puesto de conducción lo más destacable es que los instrumentos son digitales. En el centro emerge una pantalla de 12,3 pulgadas escamoteable. Al lado está el reloj analógico "cuyo tic-tac es el sonido más fuerte que se escucha en el Rolls-Royce".
Al salpicadero del Phantom VIII, Rolls-Royce lo llama "The Gallery" (La galería) porque detrás del cristal se pueden introducir todas aquellos detalles que quieran los clientes. Desde elementos dorados que recuerdan al sonido, rosas blancas talladas de porcelana.
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