Sanción a Márquez, ¿por qué?

        Cuando uno tienes las posaderas cansadas de ver tantas competiciones motociclistas de primer nivel y escuchar y leer todo lo que se esta escribiendo y comentando sobre el accidente de Dani Pedrosa en el que estuvo “ involucrado”, desgraciadamente, Marc Márquez, no tengo más remedio que echarme las manos a la cabeza. ¿En qué mundo estamos?

        Las competiciones de este tipo tienen estos riesgos. No hay que darles vueltas a la tortilla. Si quieren practicar deportes menos agresivos, hay otras especialidades más nobles y menos arriesgadas, como el golf. Aunque también una bola mal golpeada ha causado lesiones graves a otros contendientes.

       En la especialidad motociclista estos casos se producen a diario. Lo que ocurre es que , en este caso, están involucrados los principales protagonistas. Y trasciende. Claro que trasciende, sobre todo cuando uno de ellos, en caliente, dispara un dardo envenenados contra quién esta a punto de jubilarlo. Los celos son así. Pedrosa peco manifestando en caliente lo que pensaba desde hace tiempo (habilidad de la reportera de ponerle la alcachofa en la boca en el momento oportuno). En otra ocasión los intermediarios entre el piloto y la Prensa lo hubiesen impedido.

      Cuando un piloto tiene hambre de triunfo y cualidades para saciar el apetito, busca el mínimo resquicio para lograr su objetivo. El “becario” ha resultado ser mejor que los de “nomina”. Y esto no gusta. Es dificil mantener la armonía de dos gallos en un mismo un corral. A los hechos me remito.

      Si analizamos circunstancias parecidas en la historia de este deporte, podemos hacerlo a cientos. Es lo normal. Demasiadas “precauciones” tomo Márquez, que tuvo que salirse de la pista para no colisionar de lleno contra su “compañero”. Por desgracia, rompió con su rueda delantera (Se ve claramente el roce de goma con el basculante trasero de la moto de Pedrosa) el cable del sensor de tracción que manda la información a la centralita.

     Pero como doctores tiene la Iglesia, podía darse la circunstancia de que le aplicaran una injustificable sanción. Sería una total y absurda injusticia. No obstante, con tantos intereses por medio, podemos temernos lo peor.