La "gilipollez" de una sanción

Con esta pandilla de inectos que nos gobiernan cabe todo. No solo en la política, donde los hay en su gran mayoría, sino en los que rigen el deporte. Y como muestra de lo que decimos esta el resultado de la sanción que los dirigentes de no sé qué, han impuesto a Marc Márquez. “Condución agresiva”, dicen. ¡Serán gilipollas!

Creo que su puesto estaría mejor en la Dirección General de Tráfico, pero en una competición cuya esencia fundamental es la agresividad, ¡no!. De continuar estos gilipollas –insisto- dirigiendo esta especialidad deportiva, veo a las máquinas de MotoGP con intermitentes y faro para avisar de los adelantamientos. ¡En que cabeza cabe tanta majadería!

Es evidente que Márquez ha llegado a “MotoGP” como becario y se ha convertido en todo un maestro. Los divos no toleran que venga un chaval a jubilarlos. Pero es Ley de Vida. Basta con mirar la historia de este deporte. Son múltiples los casos parecidos.

Márquez es un piloto todo corazón y también –todo hay que decirlo- con una cabeza bastante bien amueblada. Si, además, ponen en su manos la mejor montura, sobra cualquier comentario. Pedrosa lleva años montado en el machito y…¿Qué ha hecho? ¡Nada! Es un piloto de los que yo llamo “cagapoquitos”. Tiene que tener todo a la perfección para poner toda la carne en el asador y dentro de sus límites.

Pero –hay amigo- cuando viene uno con hambre de triunfo y que dispone de la misma mecánica. O los pones encima de la mesa o te capan a la primera de serie. Esto ya le pasó con Lorenzo y ahora con Márquez. Se le ha quemado el arroz o ha perdido el tren. Lo lamento, porque es un buen piloto cuando todo lo tiene a su favor. Sin embargo, los fuera de la norma, van siempre. Bien o mal, pero siempre estan poniendo esa agr.sividad que ahora sancionan.

Afortunadamente para este deporte hay pilotos que siguen la línea de otro fuera de serie, Valentino Rossi. Los años no perdonan, aunque la buena fortuna mantiene el hambre de triunfo. A pesar de todo sigue ahí, sin quejarse. Es una pena que dos españoles haya venido a jubilarte, Dani, pero has perdido el tren y la razón; sobre todo, después de las manifestaciones del último Gran Premio.