Prueba a fondo

Dice el refrán que a falta de pan buenas son tortas. Dado que el departamento de prensa de la marca en España solo presta coches a personajes populares, obviando a una gran parte de los medios de comunicación, hemos conseguido tomar contacto con este modelo. Un coche sin preparar para los medios. Con todos sus pros y todos sus contras. De esta forma, hemos podido conducir esta unidad durante 300 kilómetros. No da para más con su autonomía. Estas son las conclusiones a las que hemos llegado

Lo bueno Plazas trasera amplias Prestaciones Estabilidad en seco Frenos regenerativos

Lo malo Tiempo de recarga Confort Dirección dura Precio

Características

Equipamientos

Rivales

Precios

La falta de plazas de aparcamiento y el alto número de coches que circulan por las grandes ciudades han revalorizado el uso de los mini compactos. En los últimos años, las grandes firmas del sector del automóvil empiezan a fijarse en este tipo de vehículos y cada vez son más las que deciden entrar a competir en un nicho de mercado dominado hasta la fecha por el Smart.

Ya en el Salón del Automóvil de Paris en 2005 el fabricante alemán nos enseñó la primera versión del R8. Un modelo que sorprendió a todos por su diseño. Por primera vez en la historia, Audi utilizaba una disposición del motor central trasero para lograr una distribución de los pesos casi perfecta, 44% delante y 56% detrás. La carrocería estaba construida íntegramente en aluminio. Comenzó la comercialización del primer modelo en el año 2007.

Hace ya dos años que Volkswagen sacó al mercado su última versión deportiva diésel del Golf. Bajo la nomenclatura de GTD MK7, la firma alemana puso a la venta este modelo con 184 CV y una estética similares al GTI, salvo en el motor. Se puede decir que es el mismo coche pero con diferente motor.

Este tipo de automóviles no es ninguna novedad para la marca Volkswagen. ¿Recuerdan aquel modelo que utilizaban los hippies de la época y que todavía continúan usando? La historia de este vehículo Kombi T1 comenzó a finales de la II Guerra mundial, cuando la fábrica de Wolsfburg (Alemania) pasó a manos del gobierno británico. La idea fue holandesa, del importador holandés, Ben Pon.