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Reportaje

A la caza del “Coche del Año”
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A la caza del “Coche del Año”

Una gran mentira con muchos beneficiados

Por Tomás Diaz-Valdés
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tdiazvaldesmotorpointcom/11/11/22
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Estamos en elecciones. Como en política. Igual. Las fechas son proclives a las campañas de captación de voto. Lo peor es que la proliferación de este título –ansiado antaño y menos en la actualidad- lo persiguen algunas marcas como si en ello fuera la supervivencia del modelo.

Qué lejos están de la realidad. Hay tanto títulos de coches del año, que la gente pasa de largo. Están los títulos de tal o cual revista, de tal o cual periódico, el coche del gas, el coche de todo Terreno, el coche Verde, el coche de la madre que… Hay para dar y tomar.

Hace años, el que esto escribe, denunció alto y claro cómo se conseguían estas titulaciones. Esto me puso de patitas en la calle de los diferentes jurados en los que era miembro. Había desvelado el gran “secreto” de la votación: La forma de comprar el voto.

¿Cómo? Las marcas lo saben. ¿Recuerdan el caso del Chrysler PT Cruiser? Un coche que pasó con más pena que gloria. Fue un auténtico fracaso. Sin embargo, logró ser “Coche del Año”. El voto lo decidió un ordenador portátil. Creo que solo un miembro, de los setenta que componían el jurado, lo devolvió. Yo no. Pero no aposté por el modelo. Lo consideré un engaño. Este es el funcionamiento del coche del año, en su versión nacional.

El Internacional es más de lo mismo. Pretende ser más serio, pero no es así. Sus miembros disfrutan de vacaciones con acompañante. Viajes de “trabajo”, información privilegiada. Algunos han conseguido la tarjeta súper platino de las diferentes compañías aéreas, -son muchos los viajes- que les aseguran traslados gratuitos para ellos y toda la familia. Son invitados a los principales certámenes automovilísticos por todo el mundo. Un cobro en especias. Además, los responsables de comunicación de casi todas las marcas les prestan coches durante todo un año, que, después, compran a bajo precio para vender a algún “amigo” –supongo- ganando favores o alguna “perrilla”.

Así funciona el tema. Lo peor es que, en la actualidad, la proliferación de este o estos galardones, continúa en aumento. Grupos editoriales, publicaciones de todo tipo, se apuntan a la cosa. “Coche económico del Año”, Deportivo del Año”, “Coche Verde del año”, “Coche más Seguro”, etc.… Un motivo para acortar distancias y que los protagonistas les tengan en cuenta en sus inversiones publicitarias. Relaciones públicas, diría yo.

Para los galardonados, bien. Perfecto. Tienen un motivo para agregar a su comunicación de marketing. ¿Qué sea rentable? Esto es harina de otro costal. Un tema para un largo debate. Los que sacan más tajada son los departamentos de Prensa. Se ponen la medalla y justifican su trabajo. Para los de arriba, como están en otras responsabilidades, todo lo que sea positivo para la marca, mejor. Por lo tanto, todos contentos.

La realidad es muy diferente. Pocos vehículos galardonados han ganado la atención del público. El cliente comprador es quién otorga el veredicto final. Este es el único jurado inapelable, que, con su compra, premia al vehículo que más le conviene. En nuestro caso, con la participación del Ayuntamiento de Alcobendas, otorgamos los “Oscar del Motor” a los coches más vendidos, algo que no es manipulable. Así no hay trampas ni cartón. Una opinión que comparten muchos pero que pocos se atreven a decir de esta manera tan clara.
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