El 1 de mayo de 1955, a las 7:22 a.m., el Mercedes-Benz 300 SLR “722” inició una carrera que se convertiría en parte de la historia automovilística. Este icónico vehículo, conocido por su distintivo número y su diseño innovador, dejó una huella imborrable en el mundo del automovilismo.
El Mercedes-Benz Museum alberga este ejemplar original del Mille Miglia de 1955, un automóvil de carreras que combina tecnología de Fórmula 1 con características diseñadas para carreras en carreteras abiertas. En el marco del 70 aniversario de la temporada de motorsport de 1955, el museo rinde homenaje al modelo “722”, que fue pilotado por Stirling Moss y Denis Jenkinson en la famosa carrera.
Un número emblemático
El “722” destaca no solo por su rendimiento, sino también por su llamativo número rojo que adorna su carrocería. Este número representa la hora exacta en la que el equipo británico cruzó la línea de salida en Brescia para comenzar un épico recorrido de mil millas hacia Roma y de regreso. La victoria alcanzada por Moss fue monumental, marcando un hito en la historia del automovilismo.
A pesar de su apariencia inusual para un coche de carreras —equipado con luces, indicadores y matrícula—, el 300 SLR era un auténtico vehículo de competición. Su diseño se basaba en el W 196 R, pero contaba con homologación para circular por carretera, lo que lo hacía apto para largas distancias en vías cerradas al tráfico.
Detalles técnicos impresionantes
El interior del 300 SLR está repleto de elementos sofisticados. Desde un interruptor rotativo para encender el vehículo hasta un sistema para regular las luces delanteras, cada elemento está diseñado para maximizar la funcionalidad durante la carrera. A diferencia del W 196 R, que tenía un panel más simple, el SLR ofrece una experiencia más completa al conductor.
La atención al detalle es evidente en cada aspecto del coche. El volante puede ser elegido por los pilotos; Stirling Moss optó por uno de tres radios para tener una mejor visibilidad de los instrumentos. Tras su victoria en Mille Miglia, recibió este volante como recuerdo personal.
Una victoria memorable
Moss y Jenkinson lograron completar el recorrido en un tiempo impresionante: 10 horas, 7 minutos y 48 segundos, manteniendo una velocidad promedio de 157.6 km/h. Esta hazaña no solo les otorgó la victoria, sino que estableció un récord que perduraría como uno de los más destacados en la historia del Mille Miglia.
La temporada de 1955 fue particularmente exitosa para la firma de la estrella. Sin embargo, tras el trágico accidente ocurrido en Le Mans ese mismo año, donde fallecieron numerosas personas incluyendo al piloto Pierre Levegh, la marca decidió retirarse temporalmente del automovilismo. A pesar de esto, el legado del 300 SLR “722” sigue vivo y continúa siendo celebrado como uno de los mejores coches jamás construidos.
Sir Stirling Moss, quien falleció en abril de 2020 a los 90 años, dejó claro su aprecio por este vehículo cuando expresó: “El 300 SLR fue el mejor coche jamás construido”. Su conexión con este modelo es eterna y ha sido honrada a través de diversas iniciativas por parte de Mercedes-Benz Classic.