En un breve comunicado, Piech informó del cese de sus funciones y las de mujer Ürsula por sus divergencias con el consejero delegado Witerkorn, algo que nadie había entendido ya que este último estaba considerado el hijo adoptivo del patriarca
Por otra parte, Witerkorn, que llevaba siete años en su cargo, había conseguido colocar a la compañía en en el segundo fabricante mundial, detrás de Toyota. Al grupo alemán se le resistía EE UU, que es donde su rival más directo le superaba.
El poder de Ferdinand Piech en Volkswagen era absoluto y nadie se oponía nunca a sus decisiones, aunque en algunos casos fueron meros caprichos. Pero su labor fue inmensa. Cuando llegó al cargo de consejero delegado su obsesión era conseguir que las marcas japonesas no se apoderaran del mercado alemán y lo consiguió.
Pero su verdadera obsesión era mejorar el legado de su abuelo, Ferdinand Porsche, invertor del popularísimo Escarabajo, y demostrar que era mejor gestor que su abuelo. Y parece que lo consiguió en 2009 cuando convirtió al grupo Porsche, propiedad a partes iguales de la familia Piech y Porsche, en el principal accionista de Volkswagen, con el 50,7 de la compañía.