Las acciones de Russell fueron elogiadas con razón por los aficionados y los medios de comunicación deportivos en general. Algunos han señalado que los otros conductores suelen ser los más cercanos a los accidentados, y estos valiosos segundos pueden significar mucho. Russell no salvó la vida de Zhou, pero reaccionó como debe hacerlo un ser humano en estas situaciones, corriendo hacia el peligro y haciendo todo lo posible para asegurarse de que su compañero estaba bien. Como se ha comentado, con ello, Russell renunció a cualquier posibilidad de ganar la carrera.
Las carreras siempre son imprevisibles
Todos sabemos que las carreras de coches son imprevisibles. Antes de una carrera podemos ver las predicciones a través de apuestas automovilismo, pero en cuanto baja la bandera puede pasar cualquier cosa. Los pilotos son muy conscientes de que hay peligro, pero ninguno espera que le ocurra a él. Russell jamás habría imaginado que iba a saltar de su coche para ir a socorrer a otro piloto, pero su instinto humano le llevó a hacerlo.
Por suerte, estos incidentes son poco frecuentes en el deporte. A lo largo de los años hemos visto algunos ejemplos de pilotos y atletas con problemas, y ha sido notable ver la reacción de los compañeros. Por ejemplo, vimos cuando Christian Eriksen se desplomó en el campo en la Eurocopa de fútbol el pasado verano. Los compañeros de Dinamarca se movilizaron para ayudarle, y un médico alemán acudió desde las gradas para salvarle la vida. Fue duro de ver, pero ahora que Eriksen está bien (hoy vuelve a jugar al fútbol de élite), se ha convertido en un ejemplo del compañerismo que puede haber en el deporte.
La mentalidad de ganar a toda costa
Al mismo tiempo que el Gran Premio de Gran Bretaña se disputó en Silverstone, otro evento deportivo tuvo lugar a unas 70 millas de distancia, en Londres: Wimbledon. En el partido masculino entre Nick Kyrgios y Stefanos Tsitsipas reinó el mal humor y la mala leche. Al final, Tsitsipas tachó a Kyrigios de matón tras perder el partido.
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